“Nuestra casa está en llamas.
Estoy aquí para decirles que nuestro hogar está ardiendo”
– Greta Thumberg, enero 2019
Estamos viviendo la sexta extinción más importante del planeta, y esta vez por responsabilidad de los humanos. La necesidad de resguardar y respetar al planeta es inminente. Nuevas generaciones presencian e intuyen las terribles consecuencias del cambio climático, por lo que exigen y promueven cambios en actividades de los humanos: desde la manera de comer hasta los hábitos de consumo.
La preocupación por el planeta es un común denominador entre diferentes generaciones, culturas y religiones. Desde una joven activista que sacude los encuentros del Foro Mundial con sus agudos discursos, hasta un galardonado actor que utiliza espacios de Hollywood para hacer un llamado de consciencia al público en general.
Durante la última década prácticas a favor del planeta han marcado importantes tendencias: la prohibición de la producción y distribución de bolsas y plásticos de un solo uso en muchos países; el crecimiento de la comunidad vegana y vegetariana; el impulso de gobiernos por crear alternativas de transporte compartidos e incluso de alquiler, como bicicletas y monopatines eléctricos.
Las nuevas generaciones toman un poco más de tiempo ante una decisión de compra, para identificar aquellas marcas y productos que cumplan un compromiso mínimo con el planeta. Incluso, individuos de la generación Z están dispuestos a pagar (o invertir) un 10% más de dinero en marcas que sean sostenibles y socialmente responsables, tal como lo indica un estudio realizado por First Insight
El verde está de moda
Grandes marcas y productores independientes intentan montarse en esta ola sostenible, respondiendo a las necesidades de los nuevos consumidores y, por su puesto, a las del mismo planeta. No en vano Carolina Rueda, especialista en investigación de moda asegura que para el 2040 “…las empresas de moda que no sean amigables con el medio ambiente no van a existir.”
Es así como muchas marcas han revaluado sus procesos de fabricación, sus materias primas y los productos finales para dar un giro a sus empresas. Un ejemplo es la marca Vollebak (Londres) que ya comenzó a producir camisas biodegradables: prendas que pueden ser “sembradas” luego de uso y convertirse en comida para gusanos en un período de 12 semanas.
Otras marcas impulsan la cultura del reciclaje, tal es el caso de H&M que desde hace varios años invita a sus clientes a llevar prendas que ya no usan: desde calcetines sueltos a una camiseta desgastada o una camisa desteñida; no importa la marca o su estado, ¡todo vale! ¿Qué hacen con ellas? Las reutilizan en la elaboración de textiles para confeccionar nuevas prendas.
Y no solo el mundo de la moda está aportando su granito de arena, grandes marcas de eventos deportivos también buscan opciones para demostrar su compromiso ante la sostenibilidad. Tal es el caso de los Juegos Olímpicos que se celebrarán en julio de este año en Tokio, la organización decidió que las medallas del evento serían 100% reciclables: las 5mil medallas que recibirán los atletas fueron hechas de 47mil toneladas de metales de celulares obsoletos.
Gobiernos también buscan reducir el impacto ambiental dentro de sus jurisdicciones. Inglaterra activó recientemente un fondo de 50 millones libras para el desarrollo de redes de transporte locales más ecológicas y confiables. ¿El objetivo? En palabras del secretario de Transporte, Grant Shapps, crear la “primera ciudad de autobuses totalmente eléctrica de Inglaterra”. A largo plazo, la ambición del gobierno inglés es que todos los autobuses funcionen con electricidad para el 2025.
El compromiso es de todos, el tiempo se agota y debemos pensar en el legado que dejaremos a futuras generaciones… Como dijo Joaquin Phoenix, solo necesitamos un poco más de compasión y amor por todo aquello que nos rodea.
♻️
¡Nos vemos en la red!
